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miércoles, 30 de marzo de 2016

Poema para quienes hemos perdido angelitos

 
 Estas palabras me parten el alma, pero a la vez me dan fuerzas para tratar de seguir adelante... Se que nuestro ángel nos cuida desde el cielo y le pido a Dios porque pronto nos de la bendición de ser padres...


MADRE MIA
He tocado tus lagrimas con dedos invisibles para consolarte...

Se que piensas en mi a menudo, durante el día, durante la noche, en tus sueños, al entrar a un cuarto vacío sabiendo que jamás estaré allí... Pero estoy en tu corazón, en tu alma, siempre estaré ahí, contigo.

Tu que sin ningún egoísmo me diste tanto de ti misma.   En lo más intimo de tu ser, creaste un mundo especial para mí, un mundo de alegría, de amor, y también de tristeza y de dolor...  todo lo que una persona puede sentir lo compartiste conmigo.

Y aunque jamás podre sentirme arrullad@ en tus brazos, ya sentí el latido de tu corazón como una canción de cuna y tu espíritu dándome un lugar seguro, ya protegiéndome y preparándome para lo que vendría después.

Pero a veces, el viaje de la vida separa a las almas.  Y es verdad, tuve que irme a otro lugar... Ojala hubiera podido quedarme, ojala hubiera sido una decisión que tu o yo hubiéramos podido tomar.

Quiero que sepas que donde estés, siempre estarás conmigo... Tu amor fue el
primero para mí, la primera alegría, y también tu alma, la primera que por siempre conoceré.  Tú me has dado el valor y el ánimo para continuar mi viaje.  Espero poder hacer lo mismo por ti.  El latido de tu corazón siempre me llamara hacia a ti.


Con todo cariño,

Tú bebe

jueves, 10 de marzo de 2016

“Practicar” la hospitalidad

 

Los Cristianos debemos “Practicar” la hospitalidad

“PRACTIQUEN LA HOSPITALIDAD. SIN QUEJARSE” (1 Pedro 4:9 )

Se cuenta de una familia que invitó al pastor a cenar y la madre pidió a la hija de cinco años que diera gracias por los alimentos. Desconcertada, la niña preguntó: ‘¿Qué tengo que decir?’ La mamá respondió: ‘Pues di lo que me has oído decir a mí.’ Inclinando la cabeza, la niña oró: “Señor, ¿pero por qué se me ocurrió invitar a cenar a este pastor?’ No nos engañemos, la hospitalidad
no es fácil y demanda sacrificio. A pesar de ello, deberíamos ejercerla sin quejarnos, cordial y generosamente, como representando a Dios

¿A quién estás representando? ¡A Dios! Eso le da una nueva perspectiva al asunto, ¿verdad?
Escribe Pablo: “Compartid las necesidades de los santos y practicad la hospitalidad” (Romanos 12:13). Y Pedro: “Reciban en sus casas a los demás, y no hablen mal de ellos sino háganles sentirse bienvenidos” (1 Pedro 4:9 Traducción en lenguaje actual).

 ¿Has invitado recientemente a algún desconocido, extranjero o pobre a cenar?
Un hombre llevó a cabo un sondeo y escribió en una revista de tiraje nacional: “De las casi 200 iglesias que visité, sólo en una alguien me dirigió la palabra, aparte de las personas encargadas de dar la bienvenida “oficialmente”, ¡y fue para informarme que me había sentado en su sitio!
Es fácil ser hospitalario con aquellos que conocemos, pero Jesús dijo: “Si amáis a los que os aman. ¿No hacen también lo mismo los publicanos” (Mateo 5:46).

¿Qué pasa con los desconocidosí ¿Los que no encajan en nuestro círculo social? Seguro que puedes encontrar multitud de excusas: estás muy ocupado, no quieres involucrarte en sus vidas, te sientes incómodo con gente extraña, etc. Pero Dios dice que lo estás representando a Él, y eso significa sacrificar tu propios intereses, dar de tu dinero y de tu tiempo, arriesgarte a recibir a personas que no conoces bien o que incluso no te agradan y ver a los demás con los ojos de Dios.

¡Eso es practicar la hospitalidad!